
Aunque me considero de Córdoba, pues allé crecí redeada de naranjos, palmeras y moñas de jazmín, nací en Madrid, justo antes de que estallara la Guerra Civil. A pesar de la cerniente tormenta la vida seguía su curso. El 22 de junio de 1936 abrí los ojos plantando cara a la adversidad. La septima de nueve hermanos...Mi hermano y mi abuela nos acompañaron hasta la capital en el Hispano- suizo de mis padres. Iban a ser mis padrinos. ¡Qué caro le resultó a Juan de Dios su regalo de buenas notas! A mi abuela y a él no les dió tiempo a salir de Madrid y pasaron por la pesadilla del hambre, el miedo, el horror y sufrimiento que supusieron esos tres años de Guerra en la Capital.
Mi nombre, Rosa Rafaela, me lo pusieron en honor de mi abuela el primero y el segundo porque mi madre quería un Rafaelito que llegó después de mi y fue mi compañero de juegos, confidencias....MI HERMANO frente a todo y a todos.
Cuando mi madre comentó a Maruja una sra muy debota con quien mi madre hacía adoración nocturna que a Rafael le llamrían Ignacio Rafael, le pareció un nombre muy bonito.
- Dª Dolores, si aparece en el Credo
-¿Cómo? -preguntó mi madre sin poder comprender lo que estaba escuchando_
-Ynació de Sta María Virgen...-Contestó Maruja muy resuelta.
Esta Sra no dejó de sorprender a mi madre, durante años recordó las conversaciones sobre Manolito, su marido.
Cuando le comentó que se iba a casar con él, mi madre muy sorprendida, quiso saber- ¿Y le gusta un hombre más bajito que ud?
- No se deje engañar, Dª Dolores, que en la cama son todos del mismo tamaño- zanjó Maruja.
Al cabo de un tiempo que no se veían, mi madre se interesó por el matrimonio, sin esperar la respuesta de aquella incríble mujer -Un desastre, cinco hijos, cinco veces- Una vez más dejó a mi madre sin reacción