MI MADRE II

A los nueve años, llegó el momento de irse interna. A ella la enviaron a Sevilla al Sagrado Corazón, mientras que  su hermano Juan de Dios, unos años más pequeño, fue interno al Colegio de los Jesuitas en el Puerto de Santa María.

Tio Fernando aún no había nacido...era trece años menor que mi madre.
Durante los tres años que estuvo en el colegio, su idioma era el francés, consiguiendo así ser bilingüe.

De vuelta al yugo opresor de su madre!!!!.
A menudo, cuando tio Juan de Dios, cometía alguna fechoría y ante el riesgo de ser azotado corría calle abajo. Mi abuela descargaba su ira dando una buena azotaina a mi madre.

-Cómo no voy a ser rara?- solía decir mi madre. Si me hicieron rara, Ni siquiera me permitían jugar con mis primas hermanas que vivían en la casa de enfrente!

Llegó la hora de casarla, y de entre sus pretendientes su madre ellijió a Perez de Ayala, Curiosamente, tio carnal del jesuita que fue su confesor durante años!.
Tras formalizar la relación, mi madre sintió un pánico inmenso ante la perspectiva de compartir su vida con un hombre que no le gustaba nada, así que decidió irse a Villa del Rio a casa de la Tía Estrella y el tío Mariano Porras, para desde allí y sin la presencia opresora de su madre, escribir una carta explicándole los motivos por los que no continuar con la relación.

Su madre montó en cólera, sin conseguir nada.

Por aquel entonces mi padre, ingeniero de caminos encargado de hacer un salto en Adamuz, ya se había fijado en ella y en lo difícil que era conquistarla sin antes conquistar a su madre

Cuando cumplió 20 años, pegaron un tiro a su padre durante una montería, muriendo a las horas en su cama en Pedro Abad, gracias a que D. Esperáfico llevaba un montón de pañuelos y consiguió cortarle la hemorragia.

Como consecuencia de tan duro golpe mi abuela vendió todo lo que le recordaba al mundo de la caza, fincas, armas, perros...todo.

Tia María Ruiz, le invitó a irse con ella a Madrid. -Llevas años despotricando de tu familia política. Sal de Pedro Abad y vente a pasar una temporada aquí- le dijo
¿Cómo quieres que haga eso María?- Me pondrían de vuelta y media silo hago! -Contestó  mi abuela.

Así pasaron el año de luto entre las cuatro paredes del caserón de Pedro Abad.

Transcurrido ese tiempo, mi abuela alquiló una casa en Sevilla. Allí encontraría a su primo Antonio Tavira, Alcaide de los Reales Alcazares, por cuya casa pasaba toda Sevilla, La hospitalidad de esos primos, y sus amistades fue un reconstituyente para su maltrecho corazón.

Sin embargo con el paso de los años Sevilla se les hizo pequeño, por lo que alquilaron una casa en la Calle Zorita de la capital de España y trasladaron su residencia. Allí fue donde se prometieron mis padres.

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