Historia de una familia de Córdoba en una época: la posguerra. Transcripción de los relatos que he oído contar a mi madre; Rosa Olías Porras durante años
domingo, 4 de enero de 2015
ESTALLA LA GUERRA
El 18 de julio de 1936 estalló la guerra civil, el caos y el desconcierto se apoderó de todos los españoles: A mi, a mis padres, a mi abuela, a tío Fernando y a mi hermano Juan de Dios, nos pilló en Madrid.
Los que estábamos en Madrid quisimos salir, los que estaban fuera querían entrar. Este fue el caso de tío Federico Porras, primo de mi madre. A quien el estallido le pilló en Lisboa y acudió a la capital pidiendo auxilio a mi abuela. Alojándose con ellos en la casa que tenían en la calle Atocha.
Yo acababa de nacer, el resto vino con motivo de tal acontecimiento. Mis padres, mi ama y yo cogimos el último tren que salió de la capital rumbo a Córdoba. Los demás trataron de salir al día siguiente en el Hispano-suiza de mi abuela, sin suerte.
Al ver lo imposible de abandonar la capital, mi abuela metió a mi hermano Juan de Dios en la cama, fingiendo una terrible enfermedad, para impedir que se lo llevaran a Rusia como hicieron con todos los niños de su edad e inició los tramites pertinentes para salir usando su pasaporte cubano.
El tio Federico un tanto partidario de los republicanos, recibía en la casa de Atocha a todos sus amigos milicianos...Un buen día, un grupo al mando de uno de estos milicianos amigos del tío Federico irrumpieron en la casa llevándose detenidos a tío Fernando Porras, a tío Pepe y tío Perico Alarcón. Este último al salir de casa le dio un sobre a su madre, tía María Ruiz, con un buen fajo de dinero, los milicianos ni se percataron. Gracias a ese dinero pudieron comer algo.
Su primer destino fue la cárcel modelo, para inmediatamente trasladarlos a Paracuellos donde fueron vilmente asesinados Mi abuela no se repuso nunca de esta perdida, le costó años aceptar su muerte si es que algún día lo hizo. Nunca más se habló con ni de tío Federico!
Mientras, en Sevilla, tio Juan de Dios, militar de profesión, se puso al lado de Queipo de llano, quien con un puñado de soldados y contados cañones conquistó esta plaza para el bando nacional..
Mi padre, gran activista durante la Republica, en contra de Azaña. Aparecía como número uno en la lista de los rojos para ser ejecutado en caso de que estos entraran en Córdoba. Cosa que gracias a Dios no ocurrió.
Su activismo fue tal que además de artículos en periódicos y de mandar en la elecciones del 31 a mi hermano Jose María, de 8 años, a caballo a repartir propaganda electoral a favor de la derecha; puso a un perro el nombre de Azaña. Cuando este se perdía y mis hermanos le perseguían llamándole, nuestros vecinos los Ruiz Maya de clara orientación izquierdista montaban en cólera.
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