sábado, 3 de enero de 2015

MI PADRE

Aunque natural de Marchena, se educó en Madrid.

Al quedar viuda, mi abuela Desamparados, y tras algún que otro rifi -rafe con los hermanos de su marido por la herencia, pidió ayuda a su hermano Jose Mº Salvador, Obispo de la capital. Acogiendo este a su hermana y sobrinos en el Palacio Episcopal.

Alli estudió Arquitectura e Ingenieria de Caminos, canales y puertos, ejerciendo esta última profesión, posiblemente porque la arquitectura era considerada intelectualmente inferior, por lo que para él no era más que un hobby.

En Córdoba, trabó amistad con los primos de mi madre, ya que en época de Primo de Rivera, dirigió la ejecución de varias obras a lo largo del rio Guadalquivir y afluentes. Entre otras la presa de Adamuz. Por aquel entonces, quedó embobado con la belleza de mi madre, novia del Pérez de Ayala. Aunque, esto no fue un obstáculo a su amor.

Mi padre, enterado de lo sometida que estaba mi madre a mi abuela, decidió conquistar primero a esta, y una vez conseguido y superado este problema, se dedicó a mi madre. Se prometieron en Madrid y de la calle Zorrilla, de esta ciudad, salió mi madre para casarse con mi padre en la Iglesia de los Jerónimos.

Como regalo de bodas, mi abuela les compró un trozo de "El Brillante", finca que mi bisabuela Dolores Aguayo, poseía a las afueras de Córdoba, en el camino a las ermitas. De entre todo lo inmenso de aquella finca, se decidió por el trozo más feo, pegadito a la casa principal de la misma, donde su suegra, a quien no soportaba, pasaba largas temporadas. Todo Córdoba hizo cábalas sobre el asunto.

Diseñó la casa siguiendo las pautas árabes tan propias de la ciudad de los Califas, a capricho y probablemente por partes, pues acoplaba elementos nuevos a los ya construidos, como la escalera de madera, situado en el patio cerrado que hacia las veces de repartidor. y que no tenía ningún punto de sujeción visible. O el cierre del comedor, cristalera similar a las galerías castellanas  desde la que se disfrutaba del bosque de palmeras, su diseño, de muy difícil ejecución, le hizo en varias ocasiones desistir de llevarla a cabo, pero mi madre entusiasmada con la idea no le permitió hacerlo. La chimenea es otro ejemplo de la mente del Ingeniero al servicio de la estética. En este caso, hizo una chimenea prácticamente invisible y a partir de ahí diseño una habitación como continuación de la campana.

Disfrutaba mucho desafiando la física, tanto que en una ocasión, diseño una barca de cemento armado. Cuando la iba a flotar su ayudante seguro de lo inverosímil del invento, le dijo:
- D. Joze ezo ze zume!
A lo que mi padre seguro de sus cálculos contestó -No Antonio no ze zume
Una vez en el agua no ze zumió!!

A Antonio le costó cerrar la boca.

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