miércoles, 18 de febrero de 2015

1945

Mi padre, Jose Mª Olías Salvador
Aquel mes de enero de 1945, mientras los soviéticos liberan Auschwitz, el campo de exterminio y concentración más grande construido por la Alemania Nazi a 43 km de Cracovia. Los españoles seguíamos sufriendo la privación y la hambruna. La escasez de agua, los campos yermos, el aislamiento internacional y la autarquía franquista favorecieron el estraperlo y el enriquecimiento de los más vivos o más desalmados según se mire.
El viernes 12 de enero una ola de frio polar invadió la península, aquel aire gélido se metía por todas las rendijas de la casa. Mi padre, recién llegado de Málaga y tras darnos nuestros regalos: una muñequita de madera a mi y un balón a Rafael, se sirvió la acostumbrada copa de oloroso,  que le gustaba tomar junto a la chimenea del comedor antes de la cena.
Nada parecía presagiar los acontecimientos postreros. La mañana del 13, una manta de varios centímetros de nieve cubría la casi totalidad de la península ibérica.
Fue mi primer contacto con este fenómeno de la naturaleza. Todo el jardín yacía silencioso bajo los efectos de aquellos copos blancos .
Mi padre, que solía ir a la oficina todas  las mañanas incluso los sábados,  permaneció en casa, aquejado de malestar, Mi madre se alarmó y mandó llamar al médico.
En pocas horas había fallecido víctima de una apoplejía. A Rafael y a mi nos pilló en el cuarto de la costura jugando con el balón recién estrenado de mi hermano. Los mayores, poco a poco fueron llegando de sus respectivos centros de estudio. La noche y el frio aumentó mi zozobra y miedo, sentimiento que me acompañaría por años y que cuando las pesadillas invadían mi sueño, Juan de Dios corría a acunarme hasta lograr mi total consuelo.
Aquel año Rafael recibió la Primera Comunión en la capilla del Pilar de la Iglesia de San Hipólito, Colegiata que los Jesuitas tienen en el centro de Córdoba. Allí acudimos todos los hermanos junto a mi madre y abuela vestidos de negro, contentos por la importancia del momento, pero muy tristes por la ausencia de la figura paterna.
El  7 de mayo de 1945, en los cuarteles de la SHAEF en Reims, Francia, el Jefe del Estado Mayor del Alto Mando de las fuerzas armadas alemanas, el general Alfred Jodl, firmó el acta de rendición incondicional para todas las fuerzas alemanas ante los Aliados.
Aquel verano, antes de partir hacia Ronda a pasar las vacaciones, Franco promulgó uno de las ocho leyes fundamentales de su gobierno El Fuero de los españoles
Recuerdo aquel viaje como si fuera ayer...Nos mandaron con Pepe el Chofer y Antonia la cocinera en aquel horrible tren de la posguerra española, tardamos toda la noche en llegar a la ciudad del tajo, tras hacer trasbordo en Bobadilla. Yo tenía encomendado el maletín de los cubiertos.
Allí nos esperaba mi hermano mayor, que estaba haciendo la  MILI. Una vez en la casa con vistas al barranco que habíamos alquilado, Pepe puso una conferencia a nuestra casa
- Conferencia con Córdoba - Dijo a la señorita de la centralita - Con el 343 de Villa Azul, Por favor!- Señora, aquí dejo a los niños mirando pa'l  barranco- Le comunicó a mi madre una vez contactó con ella al otro lado del hilo de cobre. El se volvia a casa, pues tenía que pasar el verano llevando a mi abuela al campo, ya que  tras la muerte de mi padre se encargó de llevarlo.
No se me ha olvidado la fuerte sequía que padecíamos, la administración que teníamos que hacer con el agua al asearnos...Realmente la situación era dramática.
A menudo venían a casa a comer los mandos militares del cuartel en el que mi hermano hacia el servicio militar, aquello resultaba la mar de emocionante, aunque para variar los pequeños permanecíamos bastante al margen de la vida de los adultos.
Un día de tantos en que Rafael y yo pasamos la mañana cogiendo ranas y cangrejos, soltamos uno de estos pequeños anfibios en el salón de la casa, con tan mala suerte que la primera persona en descubrirlo fue Amparo, quien al ver al inofensivo animalito; del susto se subió a una mesa que se hizo trizas con el lógico enfado  de mi madre, que puso el grito en el cielo! Al ver el resultado de la travesura, corrimos a escondernos.
Aquel año terminó con el cierre de las fronteras y el total aislamiento por la condena internacional del régimen de Franco acusado de ser aliado del eje.

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